Aunque la primavera es la estación donde las alergias florecen con más fuerza, en verano también hay que estar alertas y seguir una serie de precauciones especialmente cuando salimos fuera de casa.
Las personas alérgicas deben siempre llevar consigo sus medicamentos y acudir a su alergólogo habitual para informarse de si es necesario someterse a un tratamiento previo, esto dependerá de las condiciones climatológicas y atmosféricas del lugar de destino. Sin embargo, no es recomendable que lleven consigo inyecciones o vacunas, ya que estas son mucho más delicadas de conservar en perfecto estado porque deben viajar a una temperatura determinada. Lo que sí es imprescindible es que portar el informe médico que especifique los detalles de las alergias padecidas.
Pero las personas que no han sufrido ninguna alergia no están exentas de que puedan experimentar un episodio en verano.
En algunos casos productos como el bronceador o protector solar, así como medicamentos puede generar una reacción alérgica en la piel debido a sustancias que contienen.
Además, los tatuajes de henna en ocasiones también pueden resultar alérgicos. La piel puede reaccionar a una sustancia contenida en la tinta llamada parafenilendiamina.
También pueden darse reacciones alérgicas al comer fuera de casa, algo que hacemos con mucha más frecuencia en verano. Lo más recomendable es pedir siempre el listado de los ingredientes que contiene cada plato que vayamos a ingerir, para así poder detectar en caso de alergia cuál ha podido ser su detonante.
Especial cuidado hay que tener con las frutas, ya que son abundantes en la temporada estival. En casos en los que se experimente un ligero picor en la boca deben dejar de ingerirse inmediatamente, ya que si ser agrava la situación puede provocar asfixia.
Algunos insectos también pueden darnos un pequeño susto, como las abejas o las avispas, sobre todo en casos en los que no sepamos si somos alérgicos a su picadura.
Por otra parte, los ácaros, los responsables de la alergia al polvo doméstico, están más presentes en las zonas de playa. Por este motivo se recomienda tener una limpieza más cuidada especialmente en playas costeras.
El verano también es la temporada donde más tiempo pasamos en remojo para combatir las altas temperaturas. Sin embargo, el cloro de las piscinas puede afectar gravemente a enfermedades de la piel como la dermatitis atópica. Por el contrario, el agua salada del mar alivia y mejora esta reacción.
Por último, para los alérgicos al polen, en verano no les afectará tanto como en primavera. Sin embargo, en el centro de Europa abunda el polen de gramínea, factor a tener en cuenta si eres alérgico y vas a viajar allí.
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